A la mañana siguiente,
desperté con un alma nueva,
con la piel erizada por el calor de las velas
que aún encendían las llamas de mi cuerpo.
Entonces, me recordé sobre ti,
como un amante entregado y fiero.
Entonces, diste valor a mis deseos.
A la mañana siguiente,
la melodía del amour fou envolvía mis sentidos,
mientras Bretón me atraía con sus razonamientos
hacia la hoguera de mi propia gloria.
Fuiste lo infinito, una fuente inagotable de caricias
aquello que sobrevive a todas nuestras vidas
aunque se marchiten los cuerpos.
Ahora dime qué importa,
si nunca encontré una piel como la tuya,
si tus caricias son capaces de transformar
mis instintos en ternura,
Ahora dime qué importa,
si cuando te miro libero la poesía de mis versos.
Ahora que ese momento se disipa en mi memoria,
seré sueño cautivador, libertad y puro amor,
seré casualidad, ocasión y olvido.
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