Te echo de menos, decirlo cuando me acabo de marchar seguramente sea egoísta e irresponsable. No soy correcta con mis emociones, soy visceral, y en estos momentos pienso en todas aquellas personas que no pueden volver a reencontrarse, y un gran vacío se apodera de mis manos. Un vacío que pesa aunque es intangible, un vacío que hiere aún asimilando que es el destino y que no puedo cambiarlo. La soledad impuesta, la perdida, el recuerdo de aquellos seres que siempre formarán parte de nuestra vida, pero que hoy no podemos abrazar.
Te echo de menos, decirlo cuando me acabo de marchar seguramente sea egoísta e irresponsable.
Mi niño guapo, el rey de los árboles del Guadalquivir, malagueño aventurero, tu corazón es tan inmenso que sigue latiendo aquí a mi lado. Las estrellas dejan en su estela al cruzar el cielo tu nombre, Juan, tu nombre envuelto en hojas de maíz, con olor a jazmín y azahar. Mi niño de la eterna primavera, te quedas hoy y siempre.
Así que en estas fechas pienso en vosotros y me siento sumamente egoísta por esta necesidad de volver a casa y cobijarme entre los brazos de quien amo. Nosotras tenemos la suerte de tener días, noches, estaciones, para retomarnos y amarnos. Amarnos, esa palabra que se vistió de magia cuando te conocí, y que ahora tiene un matiz infinito, un tono cálido que me dibuja una sonrisa en el alma cada vez que la pronunció. Ahora amar significar Contigo.